[ENTREVISTA] Cristián Warnken: "La lectura no puede ser una obligación, tiene que ser un placer".

Cristián Warnken Lihn (1961) es profesor de literatura, escritor y comunicador, pero él se define como un “mediador de lecturas”. En las distintas plataformas que protagonizó, Warnken pudo mediar con grandes nombres de las letras como Mario Vargas Llosa, José Saramago o Roberto Bolaño, acercándolos a sus lectores. Actualmente, dirige el centro País Humanista de la Universidad San Sebastián y en el marco de un convenio con la CCLB, nos visita para el Día del Libro con su charla “Un viaje a través del entusiasmo y la palabra”. Aprovechamos de preguntarle por sus lecturas, acerca de la importancia del diálogo para los libros y sobre la enseñanza del placer por la literatura.

¿Con cuál de tus roles prefieres ser identificado? ¿Poeta, conductor, profesor, mediador?

Primero, en este momento, como director del Centro de Humanidades País Humanista de la Universidad San Sebastián.

Luego, yo soy profesor y comunicador. Pero en el fondo, ambos roles son de mediación, entonces yo soy un mediador de lecturas, con el objetivo de llevar la literatura y el pensamiento a audiencias más amplias.

 

¿Cuál es la importancia, entonces, de la mediación lectora?

La lectura tiene como acto dos posibilidades. Uno es el acto solitario de encontrarse con un libro y encerrarse en él sin que nadie venga a molestarlo. Pero también puede haber en la lectura un acto compartido. Lo descubrí en mis talleres, haciendo clases, en charlas de mediación lectora. Es un placer muy interesante el compartir juntos un libro. Salir del acto solitario y enriquecerse a través del encuentro con el otro. 

Hay una bibliotecaria francesa llamada Geneviève Patte que, a través de su trabajo de conversación y divulgación de libros, habla de la “poética del encuentro”. Yo creo que los libros permiten esa “poética del encuentro” y esa es la maravilla de la mediación lectora.

 

 

 

 

¿Le falta conversación al panorama literario actual?

Falta un tejido de mayores conversaciones, diálogos donde se hable de libros. Tanto en el comedor de la familia, como en los medios de comunicación. Falta convertir la literatura en materia de conversación. De hecho, la filosofía nació en los diálogos. La filosofía se hacía caminando en la calle, Sócrates paseaba por los arrabales de la ciudad y conversaba con la gente. Así también Platón. Entonces, hay que abrir las puertas y las ventanas para propiciar el diálogo cultural.

 

¿Cuál es tu opinión acerca de los métodos de evaluación que existe a propósito de la literatura en los colegios?

No es fácil la tarea de llevar buena literatura a la mayor cantidad de alumnos y de personas. Tomando eso en cuenta, yo creo que la lectura es en primer lugar un placer. Y lo que uno debiera hacer como profesor es decir “a mí esta lectura me produce placer y quiero compartir contigo este placer”. No puede ser una tortura, una obligación o un deber ser. Lo importante debiese ser crear un lector que goce y disfrute la lectura. 

Tres autores chilenos preferidos, que sean los que más te gusten o que los más relevantes.

Gabriela Mistral. Cuando joven la desprecié, pero ahora me volví un fervoroso de su literatura, sobre todo de su prosa.

Jorge Millas, un filósofo chileno. Pensó una filosofía muy original, con ideas acerca de la individualidad y la violencia.

Carlos León, un cuentista porteño. Un gran prosista y tremendo narrador.

 

Tres clásicos que todos deberían leer y por qué

La Odisea de Homero. Es el libro de los libros. Todos los viajes vienen de La Odisea. También es una historia que acerca la épica a lo cotidiano. Un libro iniciático para mí.

Los hermanos Karamazov de Fiódor Dostoievski es el libro que más me conmovió en la vida, por lejos. Una lectura donde tuve que parar en ciertos pasajes por no poder más con la emoción. Los personajes de Dostoievski son ideas vivas y muy cercanas.

La Epopeya de Gilgamesh. Un poema extraordinario de la búsqueda de un hombre por la inmortalidad tras la muerte de un amigo. Es una fuente de donde vienen mucho afluentes de la cultura nuestra.

 

¿Existen autores jóvenes o contemporáneos que te entusiasmen o te llamen la atención?

Benjamín Labatut me parece un narrador interesante, que ha explorado como ningún literato el mundo de la ciencia contemporáneo. Me parece muy original convertir eso en materia para sus libros.

Destaco también a Gonzalo Contreras. Creo que es un narrador valorado por su generación, pero no tan leído por las nuevas generaciones. Con mucho oficios, personajes chilenos y reales.

Hay un poeta, Rafael Rubio, hijo y nieto de poetas. Un maestro del idioma que recuperó la poesía clásica española y le dio una especie de revival. Tremendo poeta que dará que hablar.

 

 

 

 

¿Entrevista más complicada que llevaste a cabo a algún personaje literario?

Curiosamente, fue con un tipo maravilloso y entrañable: Augusto Monterroso, un escritor guatemalteco que no quería ser entrevistado. Odiaba las entrevistas y llegó con ataque de pánico, transpirando y me contestaba con puros monosílabos. Yo dije “acá estoy sonado”, pero lo tomé con humor y de apoco nos fuimos abriendo, riendo y ahí se soltó la entrevista. Pero los primeros quince minutos la pasé pésimo.

 

¿De qué tratará tu charla, con qué se van a encontrar el público? 

Quiero transmitir mi experiencia vital como lector. El viaje personal que hice desde cuando empecé a encontrar a los libros. Qué ha pasado en ese viaje y cómo ha cambiado mi aproximación con las historia. Compartir esa experiencia y luego reflexionar sobre la importancia de los libros en la vida.

 

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