Primero que todo, ¿qué es un fanzine y cuál es su origen?
Un fanzine en aspectos prácticos son unos papelitos plegados donde las personas dan a conocer su historia de manera autoeditada. O sea que no tiene un proceso editorial formal. Lo importante es que de alguna manera tiene que tener unas buenas pizcas de colaboración. Así lo definiría.
Por otro lado, el fanzine tiene un origen en estricto rigor en EEUU y viene muy de la mano con la popularización del acceso a las tecnologías de reproducción. Allí se unieron personas que eran fanáticas de una revista, entonces fanáticas del magazine: fanzine, y empezaron a imprimir su propia revista.
¿A qué se debe tu inclinación por el fanzine y cómo nace la Fanzinoteca Espigadoras?
Tuve cercanía con esto tanto por tener una pata en la universidad como también en la contracultura, en los entornos donde las personas estamos compartiendo de manera más colaborativa nuestros saberes.
Hice mis primeros fanzines en contexto de clase, en el curso de Marisol Vera de la editorial Cuarto Propio. Ella nos hizo taller de edición ahí hice mi primer fanzine con compañeras y compañeros. Después empecé a hacer mis propios fanzines, comencé a ir a ferias de fanzines y también un par de veces gané unos sorteos de fanzines, así que me fui armando de una gran fanzinoteca con muchos fanzines.
Después hice una residencia de fanzines colaborativos en Puerto Natales el año 2012, y allí ya fue como “ya, lo voy a catalogar”. Allí estuve tres meses trabajando con la comunidad y empezamos a catalogar la fanzinoteca.
¿Qué otros proyectos han hecho como fanzinoteca?
En Chile hicimos mucho desarrollo en lugares rurales. En el Río Tinguiririca, hicimos “Fanzines a través del río”, un proyecto epistolar donde se unen dos comunidades que no se conocen a través de una caja con pequeños fanzines hechos por las dos locaciones diferentes.
Después hicimos “Somos Tierra”, otra residencia de tres meses en los Altos del Campamento Manuel Bustos de Viña del Mar. Ahí trabajamos el mapa sensitivo colectivo y una publicación donde las personas dan a conocer su propio territorio, lo cual es la esencia más mágica del fanzine: que las personas se puedan representar por sí mismas, y no son otras personas que hablan por ella.
Entremedio hemos hecho proyectos bien entretenidos que tienen que ver con fotonovela en contexto escolar y otros con temas de patrimonio.
El próximo sábado 6 de julio, la fanzinoteca Espigadoras junto con la Corporación Cultural de Lo Barnechea (CCLB) llevarán a cabo la tercera edición de la Fiesta de la Imprenta en la Feria Libre de La Ermita. Se trata de la última activación en el territorio para juntar material en pos de confeccionar una revista local con la historia del barrio.
En sus ediciones anteriores, la Fiesta de la Imprenta ha permitido la recolección de fotografías, recortes, testimonios orales y textos de los vecinos con historias personales y colectivas acerca de una de las locaciones más importantes de la comuna.
¿Cómo fue realizar la Fiesta de la Imprenta en La Ermita?
Una de las estrategias que hacemos como fanzinoteca antes de llegar con la imprenta, es instalarnos en un lugar que no es declaradamente un espacio cultural. En este caso, nos instalamos en un consultorio (en el Centro Comunitario de Salud Familiar Bicentenario) donde las personas se encontraron de manera sorpresiva con una exposición sobre la historia del fanzine en la cual los vecinos pudieron dejar aportes sobre la historia de La Ermita.
Por otro lado, la fiesta en particular tiene tres pasos. Está el podcast de envío, la fiesta de la fotocopia, y la realización del mapa sensitivo-colectivo. Este formato invita a que cualquier persona pueda acercarse de manera más libre, quizás primero por curiosidad para después participar de manera más profunda o satelital.
¿Cómo funcionan las etapas de trabajo?
La parte de la fotocopiadora es una técnica que ya hemos usado en otras locaciones, que tiene que ver con crear un archivo local y hacer entrevistas a partir de las imágenes. Las personas llegan y fotocpian sus fotografías o cualquier material de archivo que de a conocer la zona o las personas que habitan en la zona.
También va a haber un cuestionario, donde las personas cuentan datos interesantes ya sea culinarios, de personajes importantes de la zona o de lugares que son sensiblemente importantes. Entonces, en ese lugar se crea un archivo y se recibe material de los locales también.
Por último, el mapa sensitivo-colectivo es una técnica en la cual agarramos un mapa, lo limpiamos de toda la sobreinformación visual para que queden las fronteras más claras y arriba ponemos un papel diamante que funciona un poco como un tatuaje. Las personas van llegando y ponen encima del mapa sus dibujos o recortes. Pueden dibujar, por ejemplo, un árbol importante o poner la barbería o el lugar donde venden sushi. Así todas las personas van poniendo sus dibujos con sus estilos.
Esa es una de las características más importantes de la fanzinoteca, nosotros no buscamos unificar o sobreponer un diseño de estilo muy particular. Es importante que las personas se sientan representadas con sus propios aportes.
¿La idea es que todo esto se congregue en algo?
Luego de trabajar en territorio con la interveciones, llegamos a esta acción de la fiesta, y al mismo tiempo, creamo un chat donde se está formando un equipo editorial. Entonces se están articulando personas en el territorio, por lo que ya hay material generado, ya hay interés, y estas personas van a trabajar como equipo editorial para ver cuál será el contenido de la revista, que es el objetivo último.
La publicación final consistirá en una revista que tendrá todos estos archivos que vamos recopilando, con la creación de contenido colaborativo y que va a estar recubierta por el mapa sensitivo-colectivo.
Lo ideal es que la revista también pueda salir del territorio de La Ermita e ir a otras instancias culturales dentro de Lo Barnechea, a otros lados de Santiago y poder dar a conocer su trabajo.
¿Cuál es el aporte que se produce en la comunidad con proyectos como este?
Muchos proyectos no han tenido el seguimiento con algún estudio sociológico, pero si sigo en contacto con las personas que han participado. Me pasó en otro proyectos que, por ejemplo, mamás y papás me mostraban cómo los niños hacían sus propios fanzines y mostraban sus propias exposiciones de sus fanzinoteca, era muy tierno. Creaban su propia publicación. La meta es que el proyecto no sea paternalista, que cuando nos retiremos del territorio funcione por sí mismo y que estén todas las herramientas necesarias.